FRINÉ, la cortesana griega.

En la democrática Grecia de Pericles en el s.V a.n.e., las mujeres tenían el mismo estatus que un jarrón, es decir una posesión relativamente apreciada por su utilidad que si además presentaba una cierta estética incluso se podía exhibir en ocasiones especiales. Las niñas eran apartadas de sus familias a los diez años de edad y llevadas a un templo donde se las preparaba para su principal y única función en la vida engendrar hijos varones nacidos de padre y madre atenienses, ciudadanos de puro derecho que engrandecieran aún más esa Atenas majestuosa y liberal, su otra función era servir poco más que como esclavas a sus maridos.
Ellos, eran abiertos de mente, intelectuales, dedicados a sus negocios y a la vida pública, compartían sus momentos de ocio exclusivamente con otros hombres a los que se consideraba estéticamente bellos por encima de las mujeres.
En ese mundo donde hasta la palabra machismo pierde sentido y ya avanzando hacia el siglo IV a.n.e se va a producir la revolución, un grupo de mujeres liberadas de sus obligaciones para con los hombres van a reclamar su lugar,  se van a formar intelectualmente dejando de lado su exclusivo papel de madres y esposas o esposas y madres, van a compartir los momentos de ocio con los hombres y llegaran a ser ricas y poderosas: las hetairas, cortesanas de lujo dedicadas no solamente al placer físico, sino también al intelectual, van a ofrecer una compañía inusual por poco frecuente en los simposios, cenas en reclinatorios que hasta el momento estaban únicamente permitidas a los hombres.
De entre todas ellas sin duda la más sofisticadas fue Friné, poseedora de una belleza aclamada por poetas y artistas, musa y amante de Praxíteles y probablemente la dueña del físico en el que se inspiró el escultor para desarrollar una de sus obras más conocidas "La Afrodita de Cnido", por primera vez la belleza femenina se mostraba en todo su esplendor y que mejor que hacerlo encarnando a la diosa de la belleza y el amor.
Friné era lista y bella una combinación peligrosa en manos de quien no tiene nada que perder, su vida no fue fácil y su destino no estuvo escrito nunca por los senderos en los que luego transcurrió. Su origen era humilde y pasó los primeros años de su vida trabajando cuidando cabras, hasta que un buen día fue descubierta y le ofrecieron la posibilidad de entrar en la escuela ateniense de hetairas, a partir de ahí comenzó la leyenda.

Llegó a ser tan rica y poderosa que tras la destrucción de las murallas de la ciudad de Tebas por Alejandro Magno, Friné se ofreció a su reconstrucción con una condición que en las murallas debía aparecer un escrito que rezará de la siguiente manera: "Alejandro Magno las destruyó y Friné las reconstruyó"
Otra historia que se cuenta sobre la hetaira es que Praxíteles le ofreció una de sus esculturas como regalo, Friné no entendía de arte, así que un día a la hora  de la comida Friné pagó a su criado para que entrara gritando en la estancia que el taller de Praxíteles estaba ardiendo, la treta dio resultado porque Praxíteles inmediatamente le dijo a su criado que sobre todo salvará a su Eros, de esa manera Friné tuvo claro cual era la obra que le iba a reclamar al escultor.
Friné defendió siempre su independencia y no lo tuvo fácil fue juzgada por impía y sorteó el juicio, de nuevo, gracias a su belleza. Vivió como quiso o cuando menos de la manera más libre que pudo vivir una mujer en su época y abrió el camino a nuevas posibilidades para las mujeres, de hecho en Roma el estatus femenino mejoró, la mujer ya era algo más que un jarrón.

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